martes, 24 de junio de 2014

CERRADO POR DEFUNCIÓN

Allí nos sentíamos tan a salvo de nuestras otras vidas...

No tenía nada especial, no había razones aparentes y con sólo cruzar la calle hubiéramos podido escoger entre varios bares mejores, pero ni estaban vacíos ni los camareros eran mudos.

No recuerdo a nadie más en nuestro bar. Siempre solos, tú, yo y la sombra de aquel hombre viejo sacando brillo a un vaso que de tan limpio parecía un impostor al lado de sus hermanos de cristal.

Para ti era fácil pilotar el mundo desde allí, dos teléfonos, tres idiomas  y una sola mano. Con la otra liabas cigarrillos para los dos. 

El mudo babeaba y yo me volvía mudo. Ambos te mirábamos mucho y muy fuerte en un intento vano por que tu recuerdo nos alcanzase hasta la próxima vez.

No te diste cuenta y nunca te lo conté; la tarde de tu bolero él lloró más que yo.

Cuando todo se torció, aquella fue la primera barra que busqué y la única que no encontré abierta. 

2 comentarios:

  1. Extraños lugares que parecen creados para nuestros sueños y se evaporan con ellos. Bravo canalla.

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  2. Gracias Mariaje! Sí... Hay lugares, emociones, que no se llevan bien con el cruel trabajo del tiempo. Para ganar esa batalla sólo se me ocurre escribir aquí esos instantes y ni aún así...

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