miércoles, 17 de julio de 2013

LA NOCHE MÁS LARGA

LA NOCHE MÁS LARGA (09-07-2013)

Seguro que pasábamos de cien personas aquella noche. A pesar de eso, conseguimos un buen sitio a dos pasos escasos de la mujer que, desnuda, se retorcía sobre el suelo con cada golpe recibido.

El AMO sabía lo que hacía y los sonidos de su látigo se sumaban a los gritos desgarrados y estremecedores de su sumisa para desplegar un poder hipnótico capaz de lograr que todos los presentes contempláramos la escena con la certeza de que éramos testigos de algo único.

Ensimismados, atónitos, en silencio absoluto…

El castigo estaba siendo duro, muy duro e iba “in crescendo” a la par que aquellos gritos de ¿placer? que parecía imposible salieran de aquel cuerpo torturado y en constante cambio de color.   

Por fin el AMO pareció darle un respiro. Apenas un par de minutos mientras dudaba por qué otra disciplina cambiar el látigo. Apenas un par de minutos para contemplar su obra jadear agitada y desmadejada intentando recuperar el aliento.

Tomada la decisión, le dio la vuelta con un pie y vimos por primera vez el rostro sudoroso de aquella mujer joven, sus enormes pezones coronando sus enormes pechos, su sexo depilado, abierto y húmedo.

El flogger parecía menos peligroso que el látigo, pero las zonas de las que se ocupó el AMO con fuerza y cada vez más velocidad no eran tan propias como las anteriores.

Bien sujeta por el pie de su AMO, la sumisa recibía los golpes directamente sobre su coño, sobre su vientre, sobre sus tetas… y sus gritos ya no eran tales, se convirtieron en uno único, gutural e interminable.

Una mujer a mi lado, incapaz de seguir mirando, gritó también al tiempo que se tapaba la cara. Estaba siendo demasiado para ella.

Yo, detrás de ti, me arriesgué a acercarme más. Excitado, quería que lo notases, que lo supieras, que me cambiaría sin dudarlo por la mujer desnuda si tú lo hicieras por el AMO que, orgulloso, dio por terminado el castigo.

La sumisa se incorporó como un resorte y se lanzó frenética y agradecida a besar las manos de su AMO que trataba de calmar sus sollozos con gestos y murmullos  cariñosos.

Hablaste por primera vez para decir “qué cachonda me he puesto”, y ya totalmente pegado a ti, busqué la humedad de tu sexo bajo la falda tan corta de aquella noche tan larga que dura hasta hoy.

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